El desarrollo y la educación son los dos protagonistas fundamentales de este ensayo. La primera parte de la obra analiza la responsabilidad de los avances tecnológicos en la generación de desigualdades entre grupos y pueblos. Para entender la incidencia de esta forma de desarrollo en el origen y la perpetuación de injusticias, se plantean tres tesis relacionadas entre sí: la hibridación entre participación y conocimiento, la hermandad entre el saber tecnológico y la independencia de sus productos, y el desarrollo personal logrado por los humanos cuando no dependen de dichas herramientas y máquinas.
Detectados los mecanismos que subyacen a tal vinculación, la educación se revela como herramienta necesaria para afrontar la actual brecha social y revertir el proceso a fin de convertir la tecnología en un aliado del progreso social. A través de nuevos lenguajes como la fotografía o el cine, puede el ser humano desarrollar procesos mentales superiores, compensando así las insuficiencias del actual modelo técnico.