Queridas heridas

Un libro para entender el dolor que no sangra, para sanar cuando la familia duele. La neuropsicóloga Silvia Marcos, especialista en trauma y en el modelo EMDR, nos explica cómo comprender, cuidar y aprender a amar nuestras cicatrices emocionales.

Dicen que nos pasamos toda nuestra vida jugando en el patio de la infancia y eso determina la forma de ser de una manera definitiva. En tu cuerpo habita esa niña interior que va marcando el camino a cada paso. ¿Eres insegura o miedosa? Quizá tuviste una madre o un padre controladores. ¿Tiendes a encontrar parejas emocionalmente no disponibles? Quizá ya te han querido así antes. ¿Te falta autoestima? Quizá tuviste una madre criticona. ¿Sientes que no eres suficiente? Puede que no supieran expresarte bien tu valor.

La neuropsicóloga experta en EMDR Silvia Marcos nos ayuda en Queridas heridas a comprender mejor nuestros procesos y emociones. Nos hace conscientes de que nuestras experiencias nos convierten en seres únicos y de que merecemos aceptarnos tal y como somos. En las páginas de este libro encontrarás un montón de historias de dolor y sanación, y también recursos para que puedas cuidar tu propia historia, aprender a mirarte con curiosidad, sin reproches, tratar de entenderte y empezar a mimarte desde este lugar. No podemos retroceder en el tiempo, pero sí podemos mirar de frente a la herida que habita en nosotros y cuidarla como necesita.

«Estar bien no es estar feliz. Es tratarte con mimo, sin importar cómo te encuentres, todo el tiempo que necesites, sin prisa. Aprender que llevas esa herida que aún duele y salir de paseo teniendo en cuenta que te habita. Preparar y adaptar la caminata para esa herida. Cuidar de tu tristeza, dejar que tu enfado exista y salga, permitirte fallar y equivocarte, acariciar tu asco, pasear tu vergüenza, recoger los pensamientos obsesivos en los que te atascas, entender por qué gritas y por qué a veces eres hostil, abrazar tus miedos

Puede que este libro mueva tus entrañas, revuelva lo más interno de tu ser. Quiero que veas estas páginas como unas manos que sostienen las tuyas y que van a estar aquí sin importar lo que se mueva».