A través de la voz Blas –mezcla de pastor suizo y golden retriever–, un perro que se ve encerrado en su naturaleza de mascota, abrigado y protegido por muchísimo amor, pero también limitado a expresarse ante los suyos con ladridos insuficientes, el autor construye una novela de espíritu sencillo, más desnuda que compleja, llena de sensibilidad y de poesía, definitivamente buena y bonita en el sentido más noble. Una historia familiar, de espíritu joven pero con vocación eterna, casi épica, dada su concepción del mundo, del paisaje, de la familia y de las cosas cercanas.