En el siglo IX, en las tierras altas de nuestro Pirineo, nacieron los tres condados desde los que Aragón fue tomando forma; eran valles de difícil accesibilidad para los musulmanes que se habáin apoderado de las tierras bajas del gran valle del Ebro. Este embrión germinó con la decición de Sancho el Mayor de Pamplona de dejar Aragón a su hijo Ramiro en 1035, quien lo gobernó, quasi pro rege, consiguiendo que el reinado fuera tomando forma como entidad cristiana dentro de una España constituida por un mosaico de entes con diferentes tipos de gobierno.