Observar nuestro entorno desde el lugar en que el azar o el destino nos dejaron, nos da un punto de vista subjetivo pero irrepetible. Subjetivo porque nuestra visión del entorno, del paisaje, vendrá siempre condicionada por aquellos que nos lo mostraron. Y precisamente por eso, nuestra mirada es irrepetible.
De todo ello habla este libro. De antepasados, de paisaje, de caminos, de miradas.