¿Qué es lo que puede empujar al viejo Méndez a alejarse de las murallas de Barcelona y correr hacia las
orillas del Nilo blandiendo un Colt más viejo que él? ¿Qué es lo que puede provocar un furor tal en este policía para
quien el cinismo es una virtud cardinal, una regla de vida intangible? Méndez hace demasiado tiempo que es inspector
como para tomarse en serio crímenes y bajezas ordinarias, y hace falta que la inocencia se burle por lo menos dos veces
para que su sangre espesa se ponga a hervir y se proponga perseguir la verdad fuera de las horas de servicio, dispuesto
a que se haga justicia aunque tenga que tomársela por u mano. De los bajos fondos de Barcelona a las necrópolis de El
Cairo pasando por los bellos barrios de Madrid, Méndez correrá sin aliento detrás de una evidencia que ya sospechaba
desde hace tiempo: el mundo merece su mala reputación y la virtud no está nunca allí donde se la busca. Una historia de
asesinos, de perversión, de niños y de inocencia de viejos que no aceptan lo que han tenido que ver y vivir. Un relato
que lleva a Méndez desde las ruinas de una Barcelona en reconstrucción acelerada hasta las ruinas eternas de Egipto. Un
policía duro que no grita y piensa. Un hombre de sensibilidad dentro de una máscara de ferocidad... Como siempre una
novela apasionante del maestro del género.