Hubo un tiempo en que los monjes de San Juan de la Peña dominaban la mayoría de los pueblos y tierras al sur de su monasterio, incluyendo la cuenca del río Asabón.
Con el paso de los siglos, muchos de auqellos lugares se transformaron en pardinas, cuyas tierras continuaron siendo trabajadas por egntes que vivían en la soledad de la montaña, a cambio de extraer el fruto de sus pastor y labradíos.
Aquellos pardineros, procedentes mayoritariamente de Salinas de Jaca, Villalangua, Bailo, Paternoy, Longás, Santa María de la Peña, Ena o Centenero, siguieron conservando su forma de vida ancestral; hasta que la nueva sociedad industrial arrasó aquel mundo, borrándolo del paisaje y de nuestras mentes con tal ferocidad que parece que nunca hubiera existido.
Pero sí existió. Esta es su historia.
Artículo sobre el libro: http://www.pirineodigital.com/noticia.php?idnot=2576